Tres abordajes de la Forma de 37 movimientos – Tai Chi Pai Lin

El TAO genera el Uno.
El Uno genera el Dos.
El Dos genera el Tres.
Y el Tres genera todas las cosas.
Todas las cosas dan la espalda a lo
oscuro y se dirigen a la luz.
La energía fluyente les da la armonía.
TAO TE KING

Después de unos años de haber aprendido la secuencia completa y haber estudiado algunos principios del Tai Chi, decidí tomar la Forma de 37 movimientos como principal objeto de estudio. Lo que me interesó desde el principio fue ahondar en su misterio, conocerla en su aspecto espiritual. Si Maestro Liu hablaba de un cuerpo físico y visible y de un cuerpo energético e invisible, es este segundo el que quise buscar.
Lo primero fue adquirir fluidez en la Forma, poder transitarla tanto lenta y enraizadamente como rápida y ligeramente. Del trabajo de improvisación, en danza o en teatro, tomé la búsqueda del impulso más profundo. Esto es no hacer por hacer, sino seguir los movimientos que surjan de una necesidad clara. Cuando no hay claridad se busca el reposo, cuando hay impulsos que no tienen raíz se los deja ir con el viento. Hasta que aparece un impulso verdadero y se lo sigue. Esto me pareció la forma de entender desde el cuerpo el Wu Wei taoísta: el no hacer o el hacer siguiendo el movimiento de la naturaleza ¿Cómo trasladar un aprendizaje ligado a la improvisación a una forma establecida a repetir? Trabajarla como un surco, volverla el cauce que canalice los impulsos. Hacer la secuencia la forma del propio cuerpo.
Pero estos impulsos no surgen solamente del propio cuerpo. El Tai Chi se practica preferentemente al aire libre, en conexión con la energía del cielo y de la tierra. El trabajo aquí es buscar la máxima disponibilidad del cuerpo a la escucha de la energía del lugar de práctica. Acechar eso que pasa allí y seguirlo. Seguirlo en el propio cuerpo, seguirlo en la forma, como si la forma estuviera traduciendo en sus movimientos la calidad y la particularidad de lo que es el mundo en ese lugar en ese momento.
Para llegar a esta disponibilidad del cuerpo y a este estado de acecho es esencial la manera de entrar a la Forma. Siempre es bueno desbloquear articulaciones y limpiar órganos internos antes, siempre es bueno hacer el entrenamiento interior. Pero lo que es esencial sobre todo es el momento de estar parado con los pies juntos antes de comenzarla. Wu shi: extremo vacío. Hay que buscar que la energía de todo el cuerpo este ligada y hay que dejar que el espíritu entre en el vacío más completo. De ese vacío nace el uno: la energía del cielo, que despierta en el Lin Tai (en el medio de la cabeza, detrás de los ojos, a la altura de las orejas) Del uno nace el dos: la energía de la tierra, que despierta en el Yin Chao (chakra bajo, en la zona del útero o próstata). De la unión de ambos nace el tres: Tan Tien (4 centímetros debajo del ombligo, otro tanto para adentro).
Los ojos están despiertos en una doble mirada: hacia el Tan Tien y hacia fuera. Cuando la mirada está despierta, el espíritu está despierto. Durante la Forma se mantiene esta doble mirada, siguiendo el movimiento externo de la energía, en las manos y en el entorno, observando la serenidad interna del cuerpo.
Siguiendo esta línea tuve los momentos más exquisitos de práctica. La sensación es de entrar en otra temporalidad, la temporalidad propia de la Forma y de escuchar más de cerca el pulso interno del mundo. Tal como decía Pina Bauch, bailar es participar activamente de las vibraciones del universo.

La segunda línea de investigación estuvo ligada a la comprensión de la Forma. Naturalmente me aparecían preguntas sobre el ser y el sentido de la forma. Entonces la tomé como si se tratara de un poema antiguo: sus movimientos y quietudes pasaron a ser como los sonidos y los silencios que, pasados de generación en generación durante miles de años, cifran una comprensión de las cosas.
Lo fundamental para trabajar esta línea es la repetición. Del trabajo en los ensayos de teatro aprendí el valor de la repetición para que decante cierta comprensión de lo que se estudia. En el repetir dejé que fueran apareciendo preguntas para pensar dentro y fuera de la forma. Como la fui repitiendo a la vez que viviendo mi vida, también cosas que me pasaban entraban en juego, por ejemplo resaltando ciertos movimiento sobre otros, que los estudié con preferencia.
Los movimientos de la Forma están acompañados por nombres, algunos de origen poético, como la postura del árbol o del zorro, girar la rueda del Tai Chi, acariciar la cola del pájaro, la cigüeña abre sus alas, el monje cierra las puertas, abrazar el tigre y regresarlo a la montaña, rechazo del mono, manos que se mueven como nubes, caballo salvaje agita las crines, muchacha graciosa trabaja en la lanzadera, buscar la aguja en el fondo del mar, abrir el abanico. Otros de origen marcial: resguardar, desviar, presionar y empujar, agarrar y tirar para abajo, quebrar, golpe de codo, de hombro, mano en forma de látigo, acariciar la rodilla y empujar, golpe de puño, golpe a las rodillas, mano en forma de cuchillo, pegar cachetadas, patear.
A lo largo del estudio fui deteniéndome en movimientos más contemplativos, sea estáticos como la postura del árbol y del zorro, sea fluidos como manos como nubes. En cierto momento en que las cosas en mi vida parecían comenzar a darse, girar la rueda del Tai Chi me parecía lo más disfrutable. En un momento de soltar un amor, agarrar el tigre y regresarlo a la montaña era un buen compañero. Otros momentos me llevaron a ponderar el resguardar, el desviar o los golpes y patadas.
Esta línea de investigación trae consigo un peligro, que es volverse muy especulativo en el estudio, lo que me llevo en cierto momento a ser más discontinuo en la práctica. Por otro lado, uno de los objetivos de practicar el Tai Chi Chuan es buscar el equilibrio entre los movimientos y, sin apegarse a ninguno, habitarlos y soltarlos para ir al próximo. Aún así, me pareció valorable para abrir la pregunta por la relación de la Forma con el cuerpo, la vida y el entorno de cada uno.

Finalmente, llegué a la línea más básica: lo más noble y alto es hacer la Forma siguiendo sus principios y guardando su misterio. Marcela Rodas, mi maestra, aún cuando me daba ánimo para seguir las líneas de investigación que se me iban apareciendo, en sus clases me llevaba a observar y estudiar los principios de cada movimiento. Observarlos siempre lleva a nuevos descubrimientos. Así con:
Trabajar la postura: sentir la cabeza liviana hacia el cielo, relajar hombros, soltar el pecho, soltar el peso al Tan Tien, relajar el sacro a la tierra y sentir el peso distribuido en toda la planta de los pies, sin cargar las rodillas o los tobillos, enraizar.
Ligar el cuerpo de energía: ligar los pulgares con los dedos gordos del pie, los meñiques con los dedos chicos, ligar manos y pies, codos y rodillas, hombros y caderas, ligar la punta de la lengua al cielo del paladar, suspender el Yin Chao.
Moverse desde el Tan Tien, trabajar el chan su ching: la energía espiralada, observar siempre el lleno y el vacío.
Mantener la respiración serena, natural, siempre ligada a su raíz, la región del ombligo.
Despertar las pulsaciones de las palmas de las manos y de los pies, y ligarlas a la pulsación del Tan Tien (5 corazones), despertar la sonrisa interior desde el Lin Tai, que ilumina los ojos y las comisuras de los labios, despertar la energía de riñones, sacro.
El estudio de cada uno de los principios puede llevar varias prácticas. Siempre es bueno volver a repasarlos, así como también es recomendable hacer la Forma sin pensar en ellos o, mejor, sin pensar en absoluto, manteniendo la mente en estado de máxima atención.

Maestro Lui explicaba el Tai Chi Chuan, con 37 movimientos básicos, se presenta como camino. No encierra un fin en sí mismo. Transforma, redondea, mueve, para que las energías se atraigan y se completen creando armonía.
La Forma como camino, cultivado por generaciones y generaciones. Así como nos nutrimos del aire y de los alimentos, la podemos practicar siguiendo los principios para nutrirnos directamente de la energía de la naturaleza. Así como todo lo que vivimos y producimos en el mundo decanta en una comprensión de las cosas, la podemos practicar abriendo la pregunta por el sentido. Así como nos es dado un nombre y construimos, queramos o no, un lugar y una reputación en la sociedad, la podemos practicar desnudos de todo eso, en el tiempo de lo que no tiene nombre, sintiendo el pulso del mundo.

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